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Boceto丨Retratos de Georges Seurat

2024-08-03

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Georges Seurat, este maestro del arte francés que abarcó todo el siglo, deslumbró en el cielo estrellado del neoimpresionismo con su extraordinaria pincelada. Aunque su vida fue corta como un meteoro que cruzó el cielo entre 1859 y 1891, dejó un legado artístico eterno. herencia.
Al inicio del recorrido artístico de Seurat, el boceto era el pincel de su alma, que constituía la piedra angular de sus grandes creaciones. En aquellos años, era como un peregrino devoto, oscilando entre la solemnidad de las esculturas antiguas y la viveza de los modelos reales, utilizando líneas para esbozar bocetos del alma. Al mismo tiempo, también copió con asombro la elegancia del maestro Ingres y la profundidad de Poussin. Sin embargo, estas precisas técnicas clásicas fueron sólo el semillero antes de su despertar artístico y presagiaron el inicio de una revolución.




Los bocetos de Seurat son diferentes a las cosas ordinarias. Abandonan la obsesión por los detalles triviales y, en cambio, persiguen una sinfonía de luces y sombras que trasciende la forma. En sus pinturas, los rasgos faciales de los personajes ya no son gemas finamente talladas, sino bailarines en el escenario de luces y sombras, bailando ligeramente en la pantalla con la gran estructura de luces y sombras como ropa. Los párpados no han parpadeado y las pupilas no han reflejado la luz, simplemente porque se han integrado en la luz y la sombra entrelazadas, formando un universo propio, como dice el poema filosófico "La luz es existencia, no limitada por contornos".



Prefiere el papel rugoso, que es el campo de batalla donde hace su magia. Los tonos oscuros y densos son como la noche que cae, creando un fondo profundo para la imagen; los tonos grises "excesivos" son como la neblina antes del amanecer, ni negro ni blanco, sino una transición y un reflejo intercalados; Los tonos brillantes son como estrellas que salpican el cielo nocturno, iluminando esperanzas y sueños. El cuadro que Seurat construyó de esta manera no es sólo un placer para la vista, sino también un monólogo del alma. Lo que se centró fue el ritmo y la armonía de la estructura del cuadro, más que la fina representación de un solo objeto.



Incluso cuando retrataba la calidez del día, Seurat prefería situar a los personajes bajo sombras densas, como para contar la historia de la dificultad y la soledad de la vida. Esas sombras no son sólo un juego de luces y sombras, sino también una expresión de su profunda comprensión de la complejidad de la naturaleza humana y su compasión. En el mundo de Seurat, cada boceto es un poema inacabado, a la espera de que alguien lo interprete y sienta la belleza de la tristeza y la soledad que trasciende el tiempo y el espacio.











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